IU Yecla

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Izquierda Unida-Verde de Yecla

CC.OO. REGION DE MURCIA

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8 de Marzo de 2014

domingo, 20 de febrero de 2011

Marruecos, el vecino del Sur.

En 1970 se aprobó una nueva constitución hecha a medida del rey, a la que se opusieron algunos partidos. Una tercera constitución se aprobó en 1972, según la cual la administración elige a un tercio de los diputados.

En 1981 hubo revueltas en Casablanca por la subida de los precios. El balance arrojó varios centenares de muertos. En enero de 1984 hubo revueltas del pan en Nador y Tetuán que terminaron con un centenar de muertos.

De acuerdo con la Constitución de Marruecos, es una Monarquía constitucional, con un Parlamento electo. El Rey de Marruecos tiene amplios poderes ejecutivos, con la posibilidad de disolver el gobierno y el Parlamento, y dirigir las fuerzas militares, además de otros poderes.

Pero la evolución hacia la verdadera Democracia no ha avanzado, en comparación con el año 2000, el primero del reinado de Mohamed VI, hoy hay en Marruecos más corrupción, menos estabilidad política, menos respeto por las normas jurídicas y menos libertad de expresión; además, el Estado es menos eficaz y la calidad de la legislación apenas ha mejorado, esto lo afirma el Banco Mundial. La filial del banco que se encarga de evaluar la gobernanza de sus países miembros publica todos los años una serie de índices que miden los resultados obtenidos por los diferentes Gobiernos.
Su última entrega es severa en términos absolutos con el reinado de Mohamed VI, ese Rey moderno y aperturista que ansiaba Marruecos cuando subió al trono ha pasado a la historia. Pero no sólo existen las instituciones políticas; existe también la cultura política. Es una idea generalizada que, en los procesos de transición, las élites en el poder mantienen el control del Estado, pero permiten que se desarrolle una cultura de apertura, la cual facilita la evolución suave hacia la democracia. Esta cultura se manifiesta en una mayor libertad de expresión y en el acceso al ágora de unos actores anteriormente proscritos. ¿Ha permitido Mohamed VI que se instalara esta cultura? Los telediarios de las cadenas nacionales en los boletines de noticias, que están íntegramente consagrados a la glorificación del monarca, no se oyen nunca las voces disidentes. Cierta prensa escrita independiente se aventuró en terrenos editoriales menos ortodoxos, pero ha tenido que pagar muy cara su temeridad. Pocas son hoy las publicaciones que se atreven a refutar la hegemonía real.

La expansión desenfrenada del imperio económico del Rey participa de esta misma estrategia de ocupación del terreno a toda costa. El aumento de los negocios del Rey en todos los ámbitos, unido a la corrupción endémica del sistema judicial desalienta la competencia y contribuye a debilitar la competitividad de la economía en general. Se le puede echar también la culpa a la justicia de los pasos en falso que se han dado en la aplicación de la reforma del estatuto de la mujer. Una reforma, amparada por el Rey, que no llega a entrar verdaderamente en vigor a causa de las omisiones y las debilidades institucionales. El Sha de Irán y su revolución pacífica de 1963, en el caso de Irán, la historia acabó demostrando claramente que el respeto de los derechos de la mujer sólo se consigue en el marco del respeto de los derechos humanos y de la liberación política que permite perpetuarlos. Unos derechos humanos que el régimen de Mohamed VI ha seguido violando. Marruecos no se quedó al margen de los excesos de la guerra contra el terrorismo. Sobre todo con un régimen que no se hizo de rogar y se apresuró a ofrecer sus cárceles y la experiencia nefasta de sus torturadores al Gobierno de Bush.

Que en Marruecos nada se mueve sin la orden de Mohamed VI no es nuevo. Que el Rey está en la cima de la corrupción del país es, sin embargo, una revelación que va más allá de lo conocido. Los papeles del Departamento de Estado norteamericano desvelados por Wikileaks subrayan la influencia del Palacio Real en los negocios inmobiliarios nacionales. Cualquier gran contrato en juego debe contar con el beneplácito del monarca o de su reducido entorno, formado por Fouad El Himma, antiguo ministro del Interior y actual dirigente del Partido Autenticidad y Modernidad, y Mohamed Mounir Majidi, secretario particular del Rey, este acapara las mejores oportunidades económicas del país para enriquecerse. Las compañías «son utilizadas por la realeza para coaccionar y solicitar sobornos en el sector inmobiliario. Aunque las prácticas corruptas existían con Hassan II, tiene carácter más institucional con Mohamed VI», apunta. De hecho el Rey controla el primer banco del país, la primera aseguradora y uno de los tres operadores de telecomunicaciones, y que a través de sus “fincas reales” es el principar productor agrícola. Mohamed VI ha invertido en casinos en Marruecos y en Macao. También controló durante algunos años Les Brasseries du Maroc, principal productor de bebidas alcohólicas en Marruecos.

Entre tanto, la fortuna personal de Mohamed VI no ha parado de crecer estos últimos años. En julio, la revista Forbes le colocó en la séptima posición en el ranking de los monarcas más ricos del planeta, con una fortuna amasada de 2.500 millones de dólares. Los negocios de Mohamed VI equivalen al 6% del PIB de Marruecos cuando en Italia, por ejemplo, el imperio mediático que ha levantado Silvio Berlusconi supone el 0,4% del PIB italiano. Pero lo sorprendente del informe de la revista es que el rey alauí fue el único monarca que había incrementado los dígitos de su cuenta corriente en plena crisis económica. Concretamente en unos 1.000 millones de euros de un año para otro gracias a la industria del fosfato. La compañía estatal OCP, dedicada a la producción de este material, y que el año pasado obtuvo un beneficio de 2.800 millones de dólares, está controlada por la familia real y una parte importante de sus reservas, entre un 10% y un 15%, son extraídas ilegalmente del Sáhara Occidental, de ahí que Forbes le llamase “el rey de la roca”. En la actualidad, el peso económico de las empresas del monarca y su extensa familia condiciona cualquier tipo de liberalización. El holding que gestiona la fortuna real -Siger- controlaba ya en 2003 el 60% de los títulos que cotizan en la Bolsa de Casablanca. Además, el principal grupo privado del Reino -Omniun Nord Africain (ONA)- sigue estando ligado a Mohamed VI en más de un 60% gracias al trabajo de Mounir Majidi, otro amigo personal del monarca. “Desde Fuad Filali, antiguo todopoderoso patrón de ONA, ningún marroquí había concentrado tanto poder económico como Mounir Majidi”.

Un millón diario para los palacios, sólo los 12 principales palacios de Mohamed VI, en los que trabajan 1.100 sirvientes, consumen un millón de euros al día para su puesta a punto. El más grande de ellos es el de Rabat, y en realidad es una pequeña ciudad: tiene una clínica, un cementerio, una escuela, un matadero, una caballeriza, dos piscinas, un campo de golf de 18 hoyos, pistas de tenis, un bosque y hasta una cárcel, según desveló el periodista francés Jean Pierre Tuquoi en su libro El último rey. Crepúsculo de una dinastía. Ahora ya no se sigue la onerosa práctica que había con Hassan II de que las cocinas de cada uno de estos palacios preparasen todos los días grandes comidas y cenas por si el monarca aparecía de improviso. Al margen del acondicionamiento palaciego, el Ejecutivo marroquí asigna en la actualidad unos 250 millones de euros anuales para el sostenimiento de la familia real, 17 veces más que la Corona británica y 28 más que lo que el Parlamento español aprueba para nuestra Jefatura del Estado. Asimismo, el parque automovilístico de Mohamed VI -cuenta con bólidos de Ferrari o Mercedes- engullen 6 millones de euros del presupuesto marroquí y sus cada vez más frecuentes viajes al exterior suponen 7,75 millones a las arcas públicas, ya que con él viaja un séquito de más de 300 personas. Amante del esquí acuático y de montaña, siempre tiene tiempo para practicar la caza mayor y realizar compras de lujo en las tiendas del diseñador Gianfranco Ferré en París o Milán.

Cada año las ausencias reales son más prolongadas de cinco semanas de asueto en República Dominicana en 2004, a los dos meses que el monarca dedicó el año pasado. Además, las prácticas feudales como la beia o juramento anual de fidelidad siguen imponiéndose. Mientras que la nueva ley de familia, que otorga más derechos a las mujeres, es un ejemplo en el mundo árabe, el monarca sigue sin autorizar la publicación de una foto de su madre, Lalla Latifa, a la que los marroquíes no conocen físicamente.

Estos hechos deberían incitar a los actores políticos locales, pero también a los socios internacionales, encabezados por la Unión Europea, a presionar a la monarquía de Mohamed VI para retomar un proceso de democratización peligrosamente adormecido, una transición creíble hacia la democracia real y la eliminación de esa fachada bajo la tutela de un régimen autoritario y despótico.

También son hechos que deben de calar en el pueblo marroquí, que deben de exigir democracia y libertad, pues mientras que muchos de ellos se juegan la vida cruzando a Europa, trabajan y con su dinero se ayuda a mantener el pais, a la vez sus propios gobernantes los están oprimiendo. Y los ciudadanos marroquí saben defender sus derechos y deben de defenderlos, pues aquí en España, exigen sus derechos, expones sus inquietudes, pero en Marruecos también hay que exigirlo, hay que desmontar el régimen autoritario de la dinastía Alauita.