Todos los indicadores económicos apuntan a la profundización y larga persistencia de la crisis capitalista en
la que estamos inmersos. El bloque del poder (gobierno, empresarios, judicatura, etc.) carga sobre los trabajadores el peso de la crisis: incremento incesante del desempleo y la precariedad laboral, expolio masivo de las viviendas adquiridas en los últimos años con el sufrimiento de las familias trabajadoras, siniestralidad laboral intolerable, constante reducción de los salarios, incumplimiento generalizado de los convenios, robo masivo de finiquitos y de horas extraordinarias, condiciones de trabajo de auténtica precariedad. Se cuentan por cientos de miles los trabajadores y trabajadoras a los que se les adeudan meses de salario, a los cuales se les cierra su empresa con el pretexto de la crisis, y mientras esperan meses para percibir una miseria del Fondo de Garantía Salarial, los empresarios manteniendo inalterado su nivel de vida con los inmensos beneficios ganados en años anteriores.
No se presenta mejor el futuro para la inmensa mayoría del pueblo. Todos los organismos del sistema, tanto a escala nacional como internacional, explican la situación t
ratando de presentar como ineludibles las medidas que pretenden aprobar en beneficio de las clases dominantes. Pero habrá un futuro mejor en caso de que el capitalismo logre remontar la crisis, el gobierno del PSOE ha apuntado en las últimas semanas lo que nos espera: Alargamiento de la edad de jubilación hasta los 67 años, con una constante disminución del poder adquisitivo de las pensiones; tratando de que los trabajadores entregue al sistema capitalista su vida entera hasta el límite del agotamiento físico. Contrarreforma laboral, amparada bajo la demagogia de la flexiseguridad, impuesta por el Tratado de Lisboa de la Unión Europea; condenando así a la precariedad a todos los trabajadores, para beneficio exclusivo de los empresarios y los poderes fácticos.
La socialdemocracia ha jugado fielmente el papel que le asigna el capitalismo: gestionar el sistema en tiempos de crisis manipulando y engañando a los trabajadores. Y, todo ello, en un país donde unas 150
0 personas (el 0,0038 % de la población) controlan el 80 % de las riquezas que produce la inmensa mayoría asalariada y en la mayoría de los casos en precario.
La socialdemocracia allana el camino para el retorno al gobierno de la derecha extrema del PP que, como hace el PSOE, seguirá las mismas políticas, fraguándose así la alternancia en el poder que le interesa al sistema político y económico actual. Necesitamos un cambio social real, en el que sean las inmensas mayorías del pueblo las que marquen la agenda política y economica del país combatiendo la demagogia, las reformas que no sirven para nada y poniendo los pilares para un nuevo sistema económico.
la que estamos inmersos. El bloque del poder (gobierno, empresarios, judicatura, etc.) carga sobre los trabajadores el peso de la crisis: incremento incesante del desempleo y la precariedad laboral, expolio masivo de las viviendas adquiridas en los últimos años con el sufrimiento de las familias trabajadoras, siniestralidad laboral intolerable, constante reducción de los salarios, incumplimiento generalizado de los convenios, robo masivo de finiquitos y de horas extraordinarias, condiciones de trabajo de auténtica precariedad. Se cuentan por cientos de miles los trabajadores y trabajadoras a los que se les adeudan meses de salario, a los cuales se les cierra su empresa con el pretexto de la crisis, y mientras esperan meses para percibir una miseria del Fondo de Garantía Salarial, los empresarios manteniendo inalterado su nivel de vida con los inmensos beneficios ganados en años anteriores.No se presenta mejor el futuro para la inmensa mayoría del pueblo. Todos los organismos del sistema, tanto a escala nacional como internacional, explican la situación t
ratando de presentar como ineludibles las medidas que pretenden aprobar en beneficio de las clases dominantes. Pero habrá un futuro mejor en caso de que el capitalismo logre remontar la crisis, el gobierno del PSOE ha apuntado en las últimas semanas lo que nos espera: Alargamiento de la edad de jubilación hasta los 67 años, con una constante disminución del poder adquisitivo de las pensiones; tratando de que los trabajadores entregue al sistema capitalista su vida entera hasta el límite del agotamiento físico. Contrarreforma laboral, amparada bajo la demagogia de la flexiseguridad, impuesta por el Tratado de Lisboa de la Unión Europea; condenando así a la precariedad a todos los trabajadores, para beneficio exclusivo de los empresarios y los poderes fácticos.La socialdemocracia ha jugado fielmente el papel que le asigna el capitalismo: gestionar el sistema en tiempos de crisis manipulando y engañando a los trabajadores. Y, todo ello, en un país donde unas 150
0 personas (el 0,0038 % de la población) controlan el 80 % de las riquezas que produce la inmensa mayoría asalariada y en la mayoría de los casos en precario.La socialdemocracia allana el camino para el retorno al gobierno de la derecha extrema del PP que, como hace el PSOE, seguirá las mismas políticas, fraguándose así la alternancia en el poder que le interesa al sistema político y económico actual. Necesitamos un cambio social real, en el que sean las inmensas mayorías del pueblo las que marquen la agenda política y economica del país combatiendo la demagogia, las reformas que no sirven para nada y poniendo los pilares para un nuevo sistema económico.
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